IDEA PRINCIPAL: La llenura del Espíritu Santo en nuestras vidas se evidencia por el fruto del Espíritu.
Cambio de mentalidad: entender que la evidencia de que tenemos el Espíritu Santo en nuestras vidas es el fruto del Espíritu.
Cambio de corazón: sentirnos interpelados(as) a hacer más evidente el fruto del Espíritu en nuestras vidas.
Cambio de vida: comprender que el fruto del Espíritu, y especialmente el amor, no es una mera emoción, sino un principio inteligente por el cual se vive deliberadamente. Este amor tiene que ver con la mente y la voluntad.
En Gálatas 5:22-23, el apóstol Pablo se refiere al fruto del Espíritu Santo, en estos términos: “El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. ¿Qué componente del fruto del Espíritu es más evidente en tu vida y cuál es tu mayor desafío?
Es importante considerar que esta alegría es la alegría de la fe. Y como tal, está más allá de la alegría que uno tiene, experimenta o puede mostrar. No depende de uno, sino del Señor, ya que se funda en la esperanza y confianza de la fe, aun en medio de las luchas y angustias de la vida. Se trata, pues, de un carisma, de una alegría dada por el Espíritu Santo.
Mientras observas esta sesión, presta atención a cómo Pablo Deiros responde a las siguientes preguntas:
¿Cuáles son los componentes del fruto del Espíritu en la vida de un creyente?
¿Cómo explica Pablo Deiros que el amor no es un sentimiento?
SESIÓN 12: EL FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO (13 minutos).
El fruto del Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.
Este amor es la virtud característica de la Fe cristiana. No es una mera emoción, sino un principio inteligente por el cual uno vive deliberadamente. Este amor tiene que ver con la mente y la voluntad. Es la capacidad de amar incluso a los enemigos. En ese sentido, es benevolencia insuperable y bondad invencible, siempre buscando lo mejor para los demás, incluso cuando quieren lo peor. Este amor es lo que Dios pide sobre todo a sus hijos e hijas.
Lee Gálatas 5:22–23
Compara las dos listas dadas: las Obras de la Carne y el Fruto del Espíritu. El primer entendimiento que debemos tener del fruto del Espíritu es que es del Espíritu y no nuestro. Lo que nos pertenece son las obras de la Carne, pero el fruto es del Espíritu. ¿Cómo podemos dejar crecer intencionalmente en nosotros el fruto del Espíritu?
La figura que Pablo eligió para hablar de nuestra transformación personal fue la de un “fruto”. Esto puede significar que así como el fruto de un árbol depende del tiempo y del mismo árbol para crecer, también necesitamos tiempo y la operación de Dios. ¿Cómo ha sido el proceso de cambio de mentalidad y actitud en tu vida?
Pablo Deiros nos muestra varias ilustraciones del fruto del Espíritu en ejemplos de los primeros cristianos en Hechos. Lee Hechos 2:42–47 y comenta cómo vemos el amor ejemplificado en este pasaje.
Lee Hechos 13:47–52. ¿Qué resultado y motivación de gozo vemos revelado en este pasaje y cómo se relaciona esto con el Espíritu Santo?
Deiros define la paz como “esa tranquila serenidad del corazón, que es producto de la convicción de que Dios es soberano sobre todo lo que ha creado” (Leer Hechos 9:31). ¿Cómo vemos esta declaración de Deiros representada en este pasaje?
¿Cómo te desafía y te consuela confiar en que el fruto del Espíritu son actitudes que resultan de la obra de Dios en nuestras vidas para vivir una vida para la gloria de Dios y el servicio a los demás?
El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
- Lee y reflexiona sobre cómo podemos vivir mejor con el fruto del Espíritu evidente en nuestras vidas, además de ser una bendición para la misión de Dios en el mundo.
- Ora para que el fruto del Espíritu sea real en cada área y momento de tu vida.
- Evalúa tu vida para ver si estás evidenciando el fruto del Espíritu.
- Decide cómo actuarás para desarrollar las manifestaciones faltantes del fruto del Espíritu en tu vida.