La Oración Marca la Diferencia

La vida cristiana a menudo presenta desafíos, y una de las disciplinas que a veces nos cuesta más practicar es la oración. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la oración es un arma espiritual efectiva que el Señor nos ha dado.

El Pastor Marcelo Juárez, nos presenta el pasaje de Marcos, 11: 24, dónde se nos recuerda: «Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá». Jesús creía en la oración.

Pero, ¿Qué significa realmente «pedir orando»?. No es lo mismo simplemente pedir, que pedir orando y creyendo. La oración añade una profundidad significativa. Pedir en oración es humillarnos delante de Dios y reconocer una necesidad. Es saber que necesitamos Su intervención, no confiando solo en nuestra propia fuerza o deseo de fe. Orar implica apartar un tiempo para hablar y tratar ese tema con Dios. Es esperar en humilde dependencia, reconociendo que hay muchas cosas que no podemos hacer por nuestra cuenta, especialmente cuando oramos por otros.

La oración es más que solo palabras; es desnudarse delante de Dios, mostrando todo lo que hay en nuestro interior con confianza. Es someter nuestra voluntad a la de Dios. A veces, comenzamos a orar con una idea, pero el Señor cambia nuestra perspectiva a medida que pasamos tiempo en oración, haciéndonos ver si estábamos pidiendo o pensando mal. Por eso, pidan creyendo, pero pidan orando, pidan en oración.

El Ejemplo de Jesús con la Oración

Jesús mismo modeló una vida de oración. Vemos que se levantaba muy de mañana, siendo aún muy oscuro, para ir a un lugar desierto y orar. Incluso cuando su fama se extendía y muchísima gente se reunía para oírle y ser sanada, él se apartaba a lugares desiertos y oraba. Esto nos enseña que cuando más ocupados estamos, más necesitamos orar. Cuando tienes mucho que hacer, lo primero es orar. Jesús buscaba lugares apartados donde nadie lo viera para estar a solas con el Padre.

También hubo momentos en que Jesús llevó a otros a orar con él, como a Pedro, Juan y Jacobo. Eran personas de fe, y es bueno andar con gente de fe. Tal vez necesitaba que vieran o escucharan cómo él oraba.

Un ejemplo impactante es antes de elegir a sus doce discípulos. A pesar de ser Dios encarnado y poder discernir a simple vista, Jesús pasó toda la noche orando a Dios frente a esta decisión importante. Esto muestra la prioridad que daba a la dirección del Padre. Se nos sugiere que, si oramos más, probablemente tomaríamos mejores decisiones y tendríamos menos dolores de cabeza.

La Necesidad Constante de Orar:

Jesús refirió una parábola sobre la necesidad de orar siempre. Orar siempre es una prioridad. Los discípulos, a pesar de estar acostumbrados a la oración pública de su cultura judía, vieron algo distinto en la vida de oración de Jesús que los llevó a pedirle: «Enséñanos a orar».

En Lucas 11:5-8, Jesús utiliza la parábola del amigo inoportuno que llega a medianoche pidiendo pan. El punto de la parábola es enseñar sobre la insistencia en el pedir. Así como uno se atrevería a molestar a un amigo en una situación así, Jesús nos anima a ser persistentes en nuestra oración a Dios. Él dice: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». No dejen de orar, no dejen de clamar, porque hay respuesta en la oración.

La oración no solo afecta el mundo natural, sino que también afecta el mundo sobrenatural8. Aunque no entendamos cómo Dios obra, oramos creyendo que Él buscará el mejor momento y la mejor manera de intervenir.

Oración Genuina vs. Oración Hipócrita:

Mateo 6:5-6 advierte sobre la oración hipócrita: «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres…». La recompensa de ellos ya la tienen: los aplausos y el reconocimiento humano. Lo que amaban no era tanto la comunión con Dios o traer una necesidad, sino ser vistos como espirituales.

En contraste, Jesús enseña: «Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público». Hay momentos de oración que son en secreto con el Padre. No necesitas preocuparte por el reconocimiento; Dios se encargará de mostrarlo y levantarte.

También se nos advierte contra el uso de vanas repeticiones al orar, como hacen algunos que piensan que serán oídos por su palabrería. Podemos tener oraciones largas que sean solo palabrería, sin desnudarnos, sin entregarle nada a Dios, sin rendirnos. Dios ve el corazón.

El Padre Nuestro como Modelo:

Jesús nos da un modelo de oración en Mateo 6:9-13, conocido como el «Padre Nuestro». Este no es un texto para ser repetido sin sentido, sino una guía.

1.Dirigida al Padre: Enseña a quién está dirigida la oración: al Padre que está en los cielos.

2. Reverencia y Santidad: Comienza con «Santificado sea tu nombre». Nos recuerda que estamos orando a un Dios santo y nos invita a glorificar Su nombre, usando palabras que levanten y exalten quién es Él (bueno, maravilloso, recto, justo).

3. El Reino y la Voluntad: Continúa con «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra». Necesitamos que el reino de Dios venga a nuestras vidas, familias, economía, que Dios comience a reinar. Orar por la voluntad de Dios nos lleva a hablar con Él sobre nuestras decisiones y reconocer que Sus planes pueden ser diferentes a los nuestros. Prioriza el reino y la voluntad de Dios por encima de nuestras peticiones personales iniciales.

4. Necesidades Diarias: Pide «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy». Esto habla de las necesidades básicas para vivir. Podemos orar por nuestro sustento diario, y también para que haya paz y bendición en los momentos de comida y unión familiar

5. Perdón: Incluye «Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores». La falta de perdón puede detener muchas bendiciones. Dios nos perdona en la medida en que nosotros perdonamos a otros. La Biblia incluso sugiere que los conflictos no resueltos (por ejemplo, en el matrimonio) pueden ser un estorbo para nuestras oraciones.

6. Liberación de la Tentación y del Mal: Finalmente, «Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal». Es fundamental orar para no caer en la tentación. Todos seremos tentados de diversas maneras. Orar antes de que llegue la prueba o tentación nos previene, nos cubre, nos cuida, nos da fuerza y nos ayuda a encontrar la salida. Cuando no oramos, estamos expuestos al accionar del diablo.

La Oración entre dos o más

Mateo 18:19-20 presenta otro aspecto poderoso: la oración en acuerdo. «Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Ponerse de acuerdo con alguien para orar por una situación específica tiene un poder sobrenatural. A veces, las tensiones de la vida son tan fuertes que necesitamos que alguien ore con nosotros y nos ayude. Es importante que, aunque pidamos a otros que oren por nosotros, nosotros también oremos por nuestra propia situación.

Consejos Prácticos para la Oración Conjunta

Cuando oramos con otros (como en el matrimonio o con amigos de fe), es útil practicar oraciones cortas, quizás de 3 o 4 minutos cada uno, o incluso un minuto. Pueden ponerse de acuerdo para orar por diferentes situaciones, cubriendo más terreno en la oración. Lo importante es que la oración salga del corazón; a veces, las oraciones más cortas pueden tener más efecto.

Al orar por alguien, es bueno ser humilde y enfocarse en la necesidad, sin contar todo el problema con detalle antes; la oración misma puede expresar la situación. Por ejemplo, simplemente decir «Te pido por Estela, Señor» es suficiente para que la otra persona respalde esa oración.

Sigue Orando

Cuando estés tentado, ora. Cuando no sepas qué decisión tomar, ora. Cuando estés bajo tensión, ora. Cuando no veas respuestas, sigue orando. Cuando las cosas te vayan bien, ¡aún más ora! Si te sientes débil, ora con alguien más.

La oración es un recurso valioso que el Señor nos ha dado. No dejes de orar, de clamar, de creer que Dios puede hacer algo en tu situación. Hay poder en el Dios de la oración. Acércate con humildad, abre tu corazón y reconoce tu necesidad; ser vulnerable en oración es clave. Creemos que el Señor contestará la oración porque Su palabra así lo dice.

Extraído de la prédica realizada el Domingo 18 de Mayo de 2025.