El Señor te ayuda

Cada mañana abro mis ojos y te agradezco mi Señor por un día más de vida que me regalas. Eres tan generoso, al permitirnos disfrutar de lo que creativamente diseñaste en esta tierra para que lo administráramos. Los pajarillos que cantan en las mañanas nos hacen saber que Dios los diseñó con ingenio y amor. El sol que emite su luz, seguro cada día nos recuerda su amor por todos los hombres, porque el sol sale sobre buenos y malos.  

Dios ha demostrado de innumerables maneras que es veraz, que cumple todo lo que dice, aún cuando el hombre falle. Pero la veracidad de Dios no depende de nadie. Él es verdad, es amor, es paz. Continuamente necesitamos que nos recuerde de su amor, de su fidelidad permanente, de su paz que sobrepasa todo entendimiento. Nuestra mente limitada necesita recuerdos de quién es nuestro buen Dios. Por eso las Escrituras deben estar en nuestra mente de manera permanente. 

En las Escrituras vemos cómo se cumplieron las promesas de Dios en Cristo. Vemos cómo su protección estuvo presente con su pueblo. Leemos con detenimiento su poder al realizar milagros como abrir el mar para que su pueblo pasara en seco, o detener el sol para que su pueblo ganara la batalla. Nos llena de fe, leer esas verdades, pero a veces las vemos tan lejanas, y que de pronto ellos sí lo merecían, pero no nosotros.

Sin embargo, es necesario que retiremos esas ideas absurdas de nuestra mente, y coloquemos las verdades de su Palabra. Solamente así viviremos las cosas maravillosas que él tiene preparadas para sus hijos. Disfrutaremos de ser sus hijos. Disfrutaremos de su salvación. Conoceremos que su ayuda está permanentemente en nosotros. 

No debemos dudar ni por un instante que Dios está con nosotros. No dudemos que es nuestro Dios todopoderoso. No dudemos que nos sostiene con su mano poderosa. En tu corazón debe haber seguridad, porque se trata de quién es nuestro Dios y no de quienes somos nosotros. Podemos fallar, pero él nunca falla. Podemos dudar, pero él nunca duda. Su sí es sí, y su no es no. Debemos aprender a confiar en él.

Si nos ha dicho que no tengamos miedo, entonces no tengamos miedo. Cuando vamos con un niño en una calle oscura, y le tomamos la mano para darle seguridad, decimos con amor: «No tengas miedo, voy contigo». Vemos como el niño confía en nuestra palabra. De igual manera, debemos estar seguros y tranquilos en Dios, cuando nos dice: «Yo te ayudo». Se trata de él, no de nosotros. 

Oremos

Gracias Padre celestial por tu ayuda permanente, porque no me dejas solo. Porque cuando no puedo, tú sí puedes. Confío en tu poder y amor por siempre. Amén. 

Obtenido de: https://www.bible.com/reading-plans/15018/day/6