El Mundo Natural es Afectado por el Mundo Espiritual: Una Verdad Fundamental

Cada día, nos movemos en lo que llamamos el mundo natural o físico, aquello que vemos y observamos. Sin embargo, el pastor Marcelo Juárez nos recuerda una verdad profunda y a menudo olvidada: el mundo natural es afectado por el mundo espiritual. Esta es una afirmación central para entender nuestra vida y nuestro caminar con Dios, ya que somos seres espirituales y no solo físicos. Podemos afectar nuestra vida natural desde nuestra vida espiritual.

1. La Influencia del Mundo Espiritual en lo Natural La interacción entre el mundo espiritual y el natural es innegable. Las fuentes nos muestran cómo Dios mismo opera, refiriéndose a Oseas capítulo 2, versículo 21. Dios dice: «En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra; y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite». Esto se resume como «economía», donde la provisión y el fruto de la tierra vienen como respuesta a una orden espiritual de Dios que activa los cielos para que la tierra dé fruto. Es algo que el hombre no puede hacer, solo Dios.

Pero esta influencia no es solo para bendición. También se manifiesta en problemas cotidianos. Se menciona que muchas enfermedades nacen en el mundo espiritual y se manifiestan como problemas físicos. Incluso, hay cánceres que pueden ser espirituales, y personas que, a pesar de los chequeos médicos, siguen sintiéndose mal, pues su afección proviene del ámbito espiritual. Se observa que el mensaje de Jesús del «reino de los cielos se ha acercado» se refería a un reino espiritual que viene a afectar el mundo natural, no a un reino físico o político.

2. Comprendiendo al Hombre: Natural, Carnal y Espiritual Para entender esta dinámica, es crucial reconocer los diferentes estados del ser humano, según se explica en las fuentes:

• El Hombre Natural: Esta es la persona que no ha tenido un encuentro con Cristo y no ha nacido espiritualmente. La Biblia dice que para él, las cosas del Espíritu de Dios son locura y no las puede entender ni discernir, porque son espirituales, como se lee en Primera de Corintios 2:14. Estas personas están «muertas en sus delitos y pecados», separadas de Dios espiritualmente, y no comprenden el mundo espiritual, juzgando las cosas de Dios como locura.

• El Hombre Carnal: No se trata de alguien que no conoce a Cristo, sino de un «niño espiritual» o «niño en Cristo», como se menciona en Primera de Corintios 3:1. Son creyentes inmaduros que ven todo de manera carnal y no han crecido espiritualmente. Las obras de la carne son evidentes, y Gálatas 5:19-21 las lista claramente:

    ◦ Inmoralidad, impureza, sensualidad (el deseo de gustar a través de la carne, lo que atrae «carne» y corrupción).

    ◦ Idolatría, hechicería (incluyendo prácticas sutiles como consumir series cargadas de brujería).

    ◦ Enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes. Vivir en la carne lleva a la corrupción y a la muerte. Las fuentes indican que los demonios, siendo carroñeros, habitan y se alimentan de la carne. Quienes practican estas cosas no heredarán el reino de Dios. Se enfatiza la necesidad de tener gente espiritual en la iglesia, no carnal, para un servicio efectivo.

• El Hombre Espiritual: Es aquel que está espiritualmente despierto y maduro. Ve más allá de lo superficial, discerniendo el mundo espiritual. La actitud del hombre espiritual es de crecimiento, de querer «comer de la palabra» y tomar de cada reunión lo que necesita para vencer y avanzar. El fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) lo identifica: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (dominio propio).

3. Crucificando la Carne y Sembrando para el Espíritu La Palabra es clara, como se cita en Gálatas 6:7-8: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna».

Nosotros somos responsables de crucificar la carne con sus pasiones y deseos. Lo que vivimos es consecuencia de nuestras decisiones y de aquello para lo que hemos «provisto». Se explica que si proveemos para la carne (escuchando música negativa, viendo noticieros que generan miedo, juntándonos con gente que se queja), cosecharemos amargura, temor, falta de gozo y paz, atrayendo incluso tristeza o angustia, lo que puede atraer a los demonios. No se puede pretender burlarse de Dios y culpar a otros por nuestras actitudes carnales.

4. Las Armas de Nuestra Milicia: Espirituales y Poderosas Nuestra lucha no es contra carne ni sangre, y aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, según 2 Corintios 10:3. Las armas para esta batalla «no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Corintios 10:4).

No podemos vencer la carne con la carne. Intentar controlar el enojo o los celos con nuestra propia fuerza solo resultará en frustración. Las armas espirituales apuntan a:

• Oración.

• La Palabra.

• Comunión (con otros creyentes).

• Aprendizaje (creciendo en el conocimiento de Dios).

Estas armas nos permiten derribar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5). Las soluciones que Dios da a través de estas armas son duraderas y transformadoras, a diferencia de las soluciones carnales que no resuelven el problema de raíz.

Extraído del sermón del día domingo 6 de julio de 2025